MIGUEL QUINTELA
Científico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas

JESSICA MOUZO, Barcelona.
La alimentación desempeña un papel fundamental en un proceso oncológico. En la prevención de la enfermedad, pero también en pacientes con un tumor diagnosticado: una alimentación adecuada no curará la enfermedad por sí sola, pero puede ayudar a optimizar los tratamientos y evitar toxicidades, asegura Miguel Quintela (A Coruña, 47 años), director del Programa de Investigación Clínica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y también oncólogo del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Quintela acaba de poner en marcha un proyecto para ofrecer dietas individualizadas a las necesidades de los enfermos: “Quitamos nutrientes esenciales para el tumor, damos nutrientes tóxicos para el tumor y modificamos el microbioma [el ecosistema de microbios del organismo] para modular positivamente el sistema inmune”, sintetiza.

Pregunta. ¿Cómo influye lo que se come?

Respuesta. Sobre el tratamiento está menos cuantificado porque la parte farmacológica es algo que pesa tanto, que se verá la magnitud cuando estudiemos pacientes con dieta libre o dieta dirigida. Todo esto está muy cuantificado en modelos animales y parece que se duplica la eficacia y en algunos estudios que se están dan do con dietas similares al ayuno, están dando supervivencias muy elevadas.

P. ¿Qué alimentos son menos nocivos para la enfermedad?

R. En general, hay que intentarirse a una dieta lo más vegetariana posible. También es muy importante tomar fibra y alimentos fermentados. Sin dietas animales, estamos evitando una serie de disruptores hormonales y del sistema inmune que alteran la respuesta global contra el tumor. Evitando procesados, vamos a evitar la administración de fructosa [un tipo de azúcar], que, por así decirlo, le está dando de comer al tumor. Y el tema de la fibra y los fermentados es porque producen unos cambios específicos en el microbioma que son tremendamente positivos para potenciar el tipo de respuesta inmunológica que queremos.

P. ¿Cuál es el objetivo que se puede alcanzar modulando la alimentación?

R. Ya está claro que la dieta similar al ayuno disminuye muchísimo la toxicidad del tratamiento y eso es clave, pero en casos de melanoma con restitución del microbioma, en algunos pacientes se han encontrado grandes respondedores y el tiempo dirá si están curados o no.

P. ¿Cuál es la hipótesis? ¿Hasta dónde puede llegar su potencial?

R. El objetivo global es mejorar la eficacia y disminuir la toxicidad. Hablamos de optimizar, llegar al máximo de la eficacia que esa terapia puede ofrecer porque, a veces, estropeamos la eficacia de un tratamiento [contra el cáncer] por una mala dieta. Una mala dieta puede alterar la eficacia, bien por una interferencia en la absorción del fármaco en su metabolismo, por la administración de nutrientes tóxicos y también porque, si estamos teniendo mucha toxicidad, se acaba reduciendo la dosis que recibe el paciente o interrumpiéndola. Entonces, si nosotros optimizamos la toma del fármaco, disminuimos la toxicidad e interferimos en su actividad con una dieta óptima, podemos llegar al máximo que esa terapia puede ofrecer.

P. ¿Pero una dieta puede ayudar a cambiar el pronóstico?

R. La evidencia apunta a que sí y queremos ampliarla. Algunas maniobras, bien por disminución de la toxicidad o bien por incremento de eficacia, parecen mejorar la evolución de la enfermedad. La recomendación es que nadie haga nada por su cuenta. Igual que no se podría autoprescribir el tratamiento oncológico.

Miguel Quintela en la sede del CNIO en Madrid. / SAMUEL SÁNCHEZ